Situación. Las 3.00 de la mañana de un domingo cualquiera.
Ella va a acostarse, pero antes se pone música tranquila, de esa que le gusta escuchar últimamente antes de ir a dormir. Pongamos que es algo como.. ésto.Cuando va a destapar su cama, va uno por uno retirando los peluches que se la guardan durante el día. Sus pensamientos pueden con ella, tiene la cabeza llena de historias y no precisamente centradas en exámenes o trabajos que tiene que hacer.
De pronto se detiene, hay algo raro allí. Ella es algo quisquillosa, y siempre deja esos peluches de la misma forma, en la misma posición. Esta vez uno de ellos no está bien colocado, es como si por arte de magia hubiese dado un giro perfecto de 180 grados. Lo coge para retirarlo algo extrañada, no sabe muy bien qué puede haber pasado. Hay dos opciones que rondan en su cabeza: O lo de Toy Story es cierto y los muñecos viven cuando no hay presencia humana, o alguien ha estado allí...
En efecto, aunque todos deseábamos que fuera la primera, resulta ser la última opción.
Cuando lo retira con un poco de entre miedo y curiosidad (una mezcla extraña quizás), encuentra una una postal y una carta.
Ambas llevan su nombre y dirección.
La postal es de Holanda, de un viaje en el que parece, había mucho queso y montones de pingüinos de chocolate.
La carta se titula "Mil bonitos recuerdos".
Después de leer aquello (parando porque parece que a las motas del polvo les gusta meterse en los ojos en los peores momentos) ella tiene una sensación inmensa de tranquilidad. Sabe que ha recuperado, o más bien que nunca ha perdido a una de las personas más importantes desde que estudia fuera, una de las personas que cambió parte de su pensamiento y su vida por completo.
Un nombre peculiar, y una forma de ser espectacular.. Así es ella.
Así es Loreto.